barrosoHoy hay muchas caras largas en Bruselas. Incluso diría que el día ha tardado más en levantarse que de costumbre. Muchos de los que ponían esa cara larga sabían de antemano que era inevitable, pero habían puesto sus esperanzas en eso que algunos llaman milagro. Lo cierto es que, aunque todos sabíamos lo que iba a pasar en el Parlamento Europeo, muchos en Bruselas no querían una reelección de Barroso como Presidente de la Comisión Europea.

Durante los últimos años, muchos sectores le han acusado de inmovilismo, de no trabajar para Europa sino para “sus amigos” y de paralizar los proyectos más progresistas. Él era consciente de que su mala fama podía costarle la presidencia y se ha esforzado en mostrar a socialistas y verdes que tenían delante a un nuevo Barroso más “progre”. Poco después de su elección, en una entrevista con Europarltv (en francés), demostraba que pronto se le ha olvidado su nueva cara.

“¿Qué va a cambiar entre el antiguo Barroso y el nuevo?”, le pregunta el periodista.

“Yo soy  la misma persona”, responde, “lo que ha cambiado es la situación”.

Quizá Barroso tendría que esforzarse mas si en vez de tener que convencer a grupos políticos y, especialmente, a Gobiernos, tuviera que convencer a los ciudadanos. Dos cosas, que no resultan novedosas, se han manifestado con especial fuerza durante las negociaciones de Barroso para conseguir la reelección. La primera es que, pese a la pretendida ampliación de poderes del Parlamento Europeo, son los gobiernos quienes siguen tomando las principales decisiones en la Unión Europea. El voto de los socialistas españoles siguiendo los dictados del presidente español en vez de los de su grupo político es una buena muestra de ello. Lo mismo ha ocurrido con los portugueses. No obstante, algunos socialistas portugueses y españoles (en concreto los del PSC y probablemente algún otro diputado que no lo ha reconocido abiertamente) y los laboristas británicos se han desmarcado de las directrices gubernamentales.

La segunda es que si hay alguien que no cuenta en absoluto en la elección del ejecutivo de la UE, ese es el ciudadano. Triste realidad que el Tratado de Lisboa tampoco cambiara y que debería empujar a los ciudadanos a actuar en conjunto para tener derecho a un voto con mayor fuerza política. Algunos, como five demands, ya han iniciado la batalla.

fivedemands

Photo: AFP